EL DÍA DESPUÉS

¿Cómo afrontar el día después de una crisis económica, empresarial, sanitaria, social?.

La crisis está entre nosotros, azotando de forma dramática, generando ese miedo e incertidumbre del que he hablado en artículos anteriores. Como ya he compartido en el pasado, creo que es el momento de despertar habilidades, pues es justamente cuando nos vemos más vulnerables y cuando la adversidad está más presente, cuando se nos ofrece la oportunidad y también la necesidad de descubrir esas habilidades que a veces están dormidas y que no ponemos en marcha hasta que no nos fuerzan a ello. Estamos todos fuera de nuestra zona de confort y es ahí donde se nos brinda la oportunidad de desarrollar nuestros valores y nuestro talento al máximo.

Ahora también es más importante que nunca manejar nuestras emociones: Miedo, Dudas, Frustración, Pesimismo, Inseguridad, Creencias limitantes y tantas otras, y entender que entramos en un capítulo de mucha disciplina y de mucho sacrificio.

Pero también es el momento de pausar, hacer balance y mirar adelante, tirar de nuestra creatividad, encontrar una razón más allá de nosotros mismos, encontrar nuestro significado a ser útil, ponernos «todos a una», remangarse, trabajar para, por y con los demás, vivir con pasión, no anquilosarnos en la parte terrorífica de lo que está pasando y actuar para darle la vuelta poniendo en práctica nuestro conocimiento y las herramientas que tengamos a nuestra disposición. Buscar el porqué pero sobre todo el PARA QUE – El reto de este tiempo no es sólo superar la adversidad, también es superarnos a nosotros mismos.

Víctor Frankl escribió:

Cuando la situación es buena, disfrútala.
Cuando la situación es mala, transfórmala.
Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate.

Ha llegado el momento de transformarnos, de ser pro-activos y de dejar de ser reactivos. Actuar de forma reactiva es a veces bueno, pero se convierte en un problema cuando se transforma en hábito. Ser reactivo te hace dependiente del entorno, significa resolver los problemas cuando ya han aparecido y no querer hacer cambios, y supone hacer un esfuerzo mínimo antes de que lleguen las circunstancias negativas. Ser pro-activo es siempre adelantarse a los posibles acontecimientos negativos, pasar del “lo intentaré” al “lo haré”; del “debo o tengo que hacerlo” al “yo puedo hacerlo”; del “conformarme con una opción” al “buscar alternativas” y del “conformarme con que las cosas son como son” al “ser conscientes de que las cosas pueden ser mejores”, y una gran parte de esa mejoría depende de nosotros y de quien nos acompaña.

El día después nos exige a comprometernos al máximo con nosotros mismos y con los demás, a trabajar “todos a una”, a mirar al frente con ilusión, a corregir nuestros pensamientos negativos con palabras que nos motiven y nos hagan más fuerte, y éste es un buen comienzo para convertir nuestras decisiones en aquellas conductas que nos impulsen a adaptarnos a los nuevos tiempos que vienen, a no perder el foco y a transformar el horror en una oportunidad.

Este artículo forma parte de la serie «Ocho ideas sobre las que reflexionar«.

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